Mi nombre es Bill Mamferor Wildman, escribo este diario porque empiezo a cuestionarme mi fe, quiero repasar todo lo que me ha acontecido para entrar en razón, empezando desde el principio.
Nací el 3 de Diciembre del 959, en Rookride un asentamiento cercano a la frontera de Arabal con Corinia, mi infancia fue una más de aquellas historias tristes de pesares y tragedias, a la edad de 5 años mi padre, alcohólico y miembro de una banda de cuatreros me daba crueles palizas mientras mi madre se ausentaba para ir a trabajar a la ciudad. Cuando ella volvía y veía algo de sangre o golpes se limitaba a tocarlo lo menos posible, como si de un leproso se tratase. Ella volvía por las mañanas, según me dijeron trabajaba conociendo hombres en la ciudad por las noches, claro está que no tardé mucho tiempo en comprender lo que aquello significaba…
Fue no obstante unos años mas tarde cuando encontré a Dios, con la noticia de que gente de la iglesia se había acercado a aquellos páramos olvidados por el resto del mundo salí raudo hacia la ciudad, todo lo que me permitía mi débil complexión física y las heridas que todavía tenía. Por suerte un buen hombre que vivía en una finca cercana a la nuestra me recogió al poco de salir diciéndome que él también iba a la ciudad para ver a aquel supuesto religioso. En carro no tardamos más de una hora asique con suerte podría ver a aquel hombre y volver a casa sin levantar sospechas.
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Ahora sabía porque esa misión me fue encomendada a mi, necesitaba ver lo que Dios no podía ver, actuar allí donde su mano no llegase y salvar a aquellos que no querían escuchar. Bill M. Wildman, la razón de la cruzada.
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